A raíz de la pandemia de la COVID-19 que hemos sufrido a nivel mundial, hemos constatar el nivel de globalización que tenemos hoy en día exportemos nuestros productos o no.
Uno de los hechos más relevantes es el que se ha producido con el ajo de Aceuchal. Este oasis productivo de ajo en Extremadura, exporta más del 50% de su producción a países como Brasil, Canadá o EEUU a través de cooperativas como explica Carlos Dobado, gerente de la Cooperativa Extremeña de Ajos de Aceuchal, una de las sociedades con más importancia en la localidad con una facturación en torno a los ocho millones de euros.
El mayor exportador de ajos a nivel mundial es China, que ocupa más del 85% de la cuota de mercado total. El precio era el principal factor de demanda del ajo procedente del gigante asiático. Al tener costes laborales más reducidos, los precios pueden ser más competitivos.
Sin embargo, a raíz de la crisis del coronavirus, estos datos han caído estrepitosamente. Una de las principales razones es que, a pesar de que China está más avanzada en la recuperación, aún no pueden alcanzar los niveles productivos anteriores a la crisis. Esto provoca desabastecimiento y abre una puerta a los productores españoles para hacerse hueco en nuevos mercados a mejores precios.
Extremadura entre los principales proveedores de ajo
El sector del ajo mueve cerca de cincuenta millones de euros y cosecha anualmente unas dos mil hectáreas de esta planta. Unas mil doscientas de ellas se encuentran en Portugal y otras cuatrocientas en provincias manchegas. Córdoba, Cuenca y Albacete son, junto con Badajoz, los principales productores de ajo en España. No solo hay desabastecimiento por parte de los chinos, sino también por parte del resto de países europeos que producían este cultivo.
En torno a ciento cincuenta agricultores de Aceuchal viven del ajo. Además, existen alrededor de dieciocho almacenes para dar respuesta a las demandas. Tienen buenas expectativas sobre la subida de precio y las cantidades vendidas de esta campaña, que empezará en dos semanas. No obstante, conviene ser cautos en este sentido hasta ver cómo se resuelven el resto de contratiempos existentes.
No todo son alegrías
A pesar de que el paradigma que se dibuja en los mercados internacionales es muy favorable para las regiones de Castilla-La Mancha con Cuenca y Albacete a la cabeza, Andalucía con Córdoba y Extremadura con Badajoz, no faltan trabas para los agricultores de Aceuchal.
El principal problema que sufren a día de hoy es la falta de personal para la recogida del ajo. Son necesarios alrededor de 2.500 trabajadores para la campaña de aproximadamente un mes y, sin embargo, solo tienen mil disponibles a día de hoy.
La presencia de un mayor número de trabajadores en el paro no provocará que la gente acuda a las campañas agrícolas como ha ocurrido con la fruta debido al hecho de que se pague por el trabajo a destajo, así como por la dureza de la labor de recogida.
Exportación y pequeñas empresas
La precariedad del sector pacense en la recogida y los agricultores que no tienen márgenes suficientes para llevar a cabo las mejoras conducen a un escenario desalentador incluso en las condiciones más favorables como la actual.
Como se ha comprobado tras la crisis de 2008, empresas pequeñas y autónomos pueden exportar sus productos si se lo proponen consiguiendo mejores precios y con ello, mayores beneficios que les impulse a un crecimiento sostenido en el medio y largo plazo. Sin embargo, creer que hacer las cosas como siempre es sinónimo de buen hacer conduce a estancamiento y empobrecimiento en un mundo en constante cambio.
Hechos como estos, constatan la importancia de que las empresas extremeñas, principalmente en el sector agrícola, apuesten por la apertura de nuevos mercados. Estas deben buscar equipos de expertos en exportación que les ayuden en la tarea y les aconsejen el mejor camino para sus productos a través de un proyecto adecuado a su tamaño y necesidades para, así, obtener un lugar en el mundo para sus productos, en vez de perpetuarse en la tarea de vender sus cultivos a empresas más grandes que ponen su sello.